LA CLEMENCIA
Por estos ojos
que ven la transparencia
cada vez que se duelen del ayer.
Por estos labios
que apresan el olvido
hasta volverlo brisa entre tus labios.
Por esta sangre que no sabe
sino fluir hacia Dios cuando te mira.
Por esta piel
de ciervo siempre herido
que se estremece sólo
cuando sale la luna.
Por este miedo
que no se apaga nunca,
porque siempre hay un borde
al lado de la estrella.
Por este sueño
que me está soñando.
Por este olvido
que me está olvidando.
Y porque cuando giran
mis brazos en la noche
-aspas de algún silencio que me vence-
necesito clemencia
desde todos los ojos del recuerdo.
Porque no tengo corazón a veces
cuando el mundo gobierna mis asombros.
Y porque soy de arena sola, sola,
conmovedora arena que se extingue.
Y porque cuando corro por las calles
persiguiendo el crepúsculo
que siempre se me escapa,
de pronto entro a la noche
a perseguir estrellas.
Porque yo no soy yo sino tus manos
que me hacen y deshacen a tu antojo.
Y esto es verdad, aunque parezca
algo para vencerte sin vencerte…
¡Clemencia al soñador
que sueña esto!
¡Clemencia al ciego
que ha inventado estrellas!
¡Clemencia al horizonte
porque todo lo ciñe!
¡Clemencia a tus olvidos
que siempre me recuerdan!
¡Clemencia a las espadas
de deseo en los ojos!
¡Clemencia a los caminos
frágiles como el viento!
¡Clemencia a tu manera
de mirar que me vence!
Porque tengo la culpa,
porque tengo la culpa,
porque tengo la culpa
de estar vivo…
*
Enciclopedia de Maravillas
Tomo IV
(16/Diciembre/09)
jueves, 17 de diciembre de 2009
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