EL ATAQUE
Te rodearé de espejos
para que no me veas,
te rodearé de lluvias
para que no me sientas,
te rodearé de noches
para que no me mires,
y de incendios quizá
para que estés desnuda
como una llama
al borde de las llamas,
y de besos también
para poder seguirte
hasta tus laberintos,
y de estrategias pálidas
de muchacho furioso,
que monta sus instintos
como caballos ciegos.
Y después, y después,
cuando tú ya no sepas
dónde estoy ni quién soy,
ni si vine o me fui,
ni si lloro o si río,
si soy puente o estrella,
si soy sangre o soy río.
entonces con esta alta
vaguedad de mi sombra
de puntillas quizá
para que no me escuches,
ataviado de espumas
como en los vaticinios,
rey de mi propio asombro,
pervertidor de lirios,
usufructo taimado
de todo lo vivido,
tormenta de mi boca,
reptil de lejanías,
ahora, ahora, ahora,
¡Al ataque muchachos!
Muchedumbre que llevo
en cada poro ardiendo.
Todos como si fuéramos
una sola pregunta,
a llenarle los ojos
de preguntas sin término,
a tapizarle el cuerpo
de besos segurísimos,
a inundarle las piernas
de torres que no existen.
Todos juntos,
al grito de ¡venceremos!,
ataquemos ahora
que ella duerme fingida,
a este ataque sin término
en que se va la vida.
Te rodearé de espejos
para que no me veas,
te rodearé de lluvias
para que no me sientas,
te rodearé de noches
para que no me mires,
y de incendios quizá
para que estés desnuda
como una llama
al borde de las llamas,
y de besos también
para poder seguirte
hasta tus laberintos,
y de estrategias pálidas
de muchacho furioso,
que monta sus instintos
como caballos ciegos.
Y después, y después,
cuando tú ya no sepas
dónde estoy ni quién soy,
ni si vine o me fui,
ni si lloro o si río,
si soy puente o estrella,
si soy sangre o soy río.
entonces con esta alta
vaguedad de mi sombra
de puntillas quizá
para que no me escuches,
ataviado de espumas
como en los vaticinios,
rey de mi propio asombro,
pervertidor de lirios,
usufructo taimado
de todo lo vivido,
tormenta de mi boca,
reptil de lejanías,
ahora, ahora, ahora,
¡Al ataque muchachos!
Muchedumbre que llevo
en cada poro ardiendo.
Todos como si fuéramos
una sola pregunta,
a llenarle los ojos
de preguntas sin término,
a tapizarle el cuerpo
de besos segurísimos,
a inundarle las piernas
de torres que no existen.
Todos juntos,
al grito de ¡venceremos!,
ataquemos ahora
que ella duerme fingida,
a este ataque sin término
en que se va la vida.
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