LA BROMA
Laureano Albán
¡Que broma tener
que estarse riendo,
porque así es el olvido!
Que la sonrisa sea
lo único visible,
porque el llanto se tiene
que escapar de puntillas
-levemente inconcluso-
como las golondrinas
que cayeron cansadas
en la cornisa yerta del crepúsculo.
Decidme que no es cierto,
y que Dios sigue
sonriendo en los espejos.
Que Dios aún vigila,
y por eso el dolor
tendrá un final feliz…
¿aunque imposible?
Que las horas no pasan,
que pasamos nosotros
ahítos de plenilunios
por amor o dolor.
¡Qué broma esta certera
manera de fluir,
que tiene la inconclusa
beatitud de la vida!
Que los ángeles siempre
están detrás de todo,
pervertidos de sueños para todos…
Que nacimos vencidos, precisamente
para que no supiéramos
que vencimos naciendo.
Que somos los culpables
al revés de los besos,
y que los besos tienen
la hondura de un instante luminoso.
Es que yo he decidido
no buscar espejismos,
porque ellos siempre, siempre
me persiguen a mí.
¡Qué broma no reír cuando se debe!
¡Qué broma no vivir cuando se debe!
¡Qué broma no besar cuando se debe!
¡Qué broma no morir cuando se debe!
Y qué broma tener
que acabar este poema,
cuando quiero seguirle hablando
eternamente a tu silencio…
¡Pero qué broma… soy!
*
Enciclopedia de Maravillas
Tomo IV
(21/Diciembre/09)
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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