LA IMPOSICIÓN
Hoy no quiero escribir…
Pero estoy al final de la tabla
con la espada a la espalda.
O salto a la poesía
o me clava el silencio,
o me hundo en tus ojos
o me ahoga la ausencia.
Pero yo me resisto,
hoy no quiero, no quiero
enredar las palabras
con los últimos sueños,
no quiero confundir este mundo
con su deslumbramiento,
no quiero creer en Dios
porque me falta tanto.
Corro por las escarchas
de las calles desiertas,
y me llevo a la boca
harapos de silencio.
Que no quiero cantar,
pero me estalla el canto.
Que no quiero gritar
pero yo soy el grito.
Que no quiero llorar,
pero me anego tanto.
Que no te quiero amar
pero te estoy negando…
Yo quiero ser silencio,
piedra sobre la piedra,
pájaro que en lo más
alto de la tormenta,
continúa volando
sostenido en la muerte,
hoja que se detiene
indecisa de otoño,
y no quiere ser oro
y no quiere ser savia.
Pero tengo que hablarle
al instante que pasa,
y se detiene siempre
en las tardes sin tiempo,
a contarme la historia
de todos sus instantes.
Pero tengo que ir
a rescatar los ángeles
que en mi infancia inventé
y abandoné en los prados.
Ellos se están muriendo
de tanta lejanía,
pero tienen estrellas
en la boca y las manos,
demasiadas estrellas
que ahora me están faltando.
Hoy no quiero escribir…
¡Pero yo no me aguanto!
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