Mi muleta eres tú.
Dame la mano de aire que tienes en tu mano,
tus pezones proféticos que deslumbran la noche.
Dame tu corazón construido totalmente
de estrellas conjuradas.
Que debo dar un paso pequeño
pero eterno como todos los pasos
que damos en el mundo.
Dame tu cuerpo en donde
se citan los espejos
del amor para amarse,
tu piel en donde se durmieran
las deudas de mi ausencia,
y todo lo que tienes
de bandada en los ojos,
en la profundidad,
de ríos agoreros de tus ojos.
Dame el incendio diario
que traes en las manos como un tatuaje,
en donde las llamas acarician.
Dame la sed herida
que te dieron los ángeles,
y ese acompasado
silencio de tu asombro,
que inunda los crepúsculos
que has estado mirando.
Mi muleta eres tú,
yo me apoyo en tu sombra
como Dios en el mundo,
como el mar en la urdimbre
de estelas de sus vidas,
como el cielo que extiende
por brazos horizontes.
Mi muleta eres tú:
Dame la mano de aire que tienes en tu mano.
Deja que apoye en ella
mis huesos caminantes, mis ojos deseantes,
el proyecto de luces
que ha inventado mi sombra.
No me dejes caer ahora que he caído.
Porque la vertical
del cuerpo y de los sueños
es frágil, amor mío.
Es delicadamente amorosa,
cuando algo del mundo la golpea:
límite del abismo.
Mi muleta eres tú,
y por eso te alcanzo
sólo cuando me amas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario